Las atenciones psicológicas han evolucionado para ofrecer enfoques diversos que se adaptan a las necesidades de cada paciente. Entre las más utilizadas se encuentran la terapia Gestalt y la EMDR, métodos que cuentan con bases teóricas y prácticas diferenciadas y que permiten abordar distintos tipos de dificultades emocionales, conductuales y cognitivas. Su aplicación depende de la evaluación realizada por profesionales especializados, quienes determinan qué técnica puede resultar más adecuada según la situación específica del paciente.
Una psicóloga en Valencia señala que la Gestalt se centra en el presente y en la conciencia de la experiencia inmediata del individuo. Su objetivo principal es facilitar que la persona comprenda sus emociones, pensamientos y comportamientos en relación con el entorno y con los demás. Esta metodología se utiliza habitualmente en casos de ansiedad, conflictos interpersonales, dificultades en la toma de decisiones y estrés, permitiendo que los pacientes identifiquen patrones de conducta y desarrollen estrategias de afrontamiento más efectivas.
Por su parte, la terapia EMDR (Desensibilización y Reprocesamiento por Movimientos Oculares) se utiliza principalmente en el tratamiento de traumas. Esta técnica combina estimulación bilateral con la focalización en recuerdos perturbadores, con el fin de disminuir la carga emocional asociada. Es recomendada en casos de trastorno de estrés postraumático, experiencias traumáticas recientes o antiguas, y situaciones en las que el paciente presenta síntomas de ansiedad o miedo intenso derivados de eventos específicos.
Ambos enfoques requieren una evaluación inicial detallada, ya que no todos son aplicables a cualquier persona o circunstancia. La selección del método se realiza en función del tipo de problema presentado, la historia clínica y las características individuales del paciente. En algunos casos, los profesionales combinan ambas técnicas para generar un plan de intervención más completo y adaptado a las necesidades del individuo.
La Gestalt se basa en sesiones interactivas donde el paciente explora sus emociones y comportamientos de manera guiada por el terapeuta. Esta rama pone énfasis en la responsabilidad personal, la conciencia del momento presente y la integración de experiencias pasadas que aún influyen en la conducta actual. Su práctica permite que las personas identifiquen bloqueos emocionales y desarrollen recursos internos para gestionarlos de manera autónoma.
La EMDR, en cambio, sigue un protocolo estructurado que incluye la identificación de recuerdos traumáticos, la preparación del paciente, la estimulación bilateral y la reevaluación de la experiencia emocional. A lo largo de varias sesiones, el paciente puede procesar los recuerdos de forma que reduzcan la intensidad de sus emociones negativas y mejoren la capacidad de afrontamiento ante situaciones similares. Esta técnica ha demostrado eficacia en estudios clínicos y se aplica de manera controlada por profesionales certificados.
“Ambos procesos también comparten un enfoque centrado en el paciente, lo que significa que se adaptan al ritmo y a las necesidades individuales”, explica Carol Belda, Psicóloga, y agrega: “La relación terapéutica, la confianza y la colaboración entre el profesional y el paciente son elementos fundamentales para que los objetivos se cumplan de manera efectiva”. La atención personalizada permite que cada persona avance según sus posibilidades y logre resultados sostenibles a largo plazo.
Los profesionales destacan que estos tratamientos no se limitan a un grupo de edad específico. Adultos, adolescentes e incluso jóvenes pueden beneficiarse de las intervenciones, siempre que se ajusten a las características del paciente y a la naturaleza del problema. La flexibilidad de los procesos facilita que la atención psicológica sea accesible y adaptada a cada contexto.
El uso de terapias Gestalt y EMDR evidencia cómo la psicología contemporánea ofrece alternativas concretas para abordar conflictos emocionales, traumas y dificultades personales. La aplicación de estas técnicas bajo la supervisión de profesionales especializados permite que las personas desarrollen herramientas para mejorar su bienestar y su calidad de vida, consolidando la importancia de la intervención psicológica como recurso efectivo de cuidado y acompañamiento.